lunes, 3 de junio de 2019

SE CUMPLE 76 AÑOS DE LA CAÍDA DEL PUENTE LIBERTADOR (Escribe Luis Hernández )

CAÍDA DEL PUENTE LIBERTADOR (Escribe Luis Hernández Contreras)
Esa limonsina que ven allí era de mi compadre, el médico Alfredo J. González. Yo iba con él esa tarde, el jueves 3 de junio de 1943, cuando salimos de su casa, Villa Nerza, en la carrera 11 del Barrio San Carlos, para visitar a su mamá doña Rafaelita en Táriba. Y teníamos que pasar por allí, por el Puente Libertador, que se inauguró en diciembre de 1930, cuando el general Cárdenas era el Presidente del Estado. Qué íbamos a imaginar nosotros que el palo de agua, que comenzó a las ocho de la mañana de ese día no amainaría, y nos fuimos de sopetón con todo y carro, con todo y puente.
La lluvia fue terrible. El río Torbes se salió de madre y golpeó los estribos del puente. Eran pasadas las dos y media de la tarde cuando llegamos allí y zas. Sentimos el estruendo y pensamos que se abría la tierra y que nos tragaba. Salimos como pudimos y desde la orilla vimos cómo se iba abajo esa maravilla que nos enorgullecía. A mi lado estaba un campesino que lloraba como un niño, y un sentimiento de dolor y lástima se apoderó de nosotros.
El puente había costado un millón de bolívares y fue levantado en dos años de trabajo. Vino la lluvia y lo arrasó todo. Se llevó también quince casas en Las Vegas de Táriba, tumbó los puentes de El Salado y El Corozo, menos el viejo Puente Real; ese sí soportó toda esa calamidad, y allí está todavía. La Granja Nacional quedó destruída. Se dañaron los teléfonos y los telégrafos. Y no había paso ni para El Cobre, ni para Rubio ni para Santo Domingo.
De inmediato un pelotón de soldados montó guardia para evitar la cercanía de los curiosos. La limosina se deslizó una vez más, y en ese momento, llegó el doctor Mármol que era el encargado de la Presidencia del Estado, pues el mayor Angarita estaba en Caracas en unas diligencias. Escuché que unos ingenieros le dijeron que las aguas “fueron socavando lentamente la pila izquierda del puente por su base y al ceder ésta, el cráter de la torre se vino abajo arrastrando consigo el tramo medio y la torre izquierda.” El Dr. Moro, notable ingeniero declaró a la prensa que los cables de los anclajes detenían la totalidad del cuerpo metálico. Así que todo no se cayó.
El general Medina envío un avión que sobrevoló la zona y en la madrugada el Dr. Alberto Díaz González, el mismo que años después haría el Puente sobre el Chama, comenzó a dirigir los trabajos de desmonte. Mientras tanto, Alfredo y yo, nos fuimos a llorar al valle por la pérdida del Cadillac. Las aguas también le dañaron su trapiche y la casa de campo ahí cerca de Las Vegas. Pasamos a lo que quedó del alambique de los Colmenares y nos bebimos todo el miche para aguardar la pena. Doña Rafaelita se quedó esperándonos. Qué pena, ¡Qué agua tan brava! y.... ¡Qué agua tan ardiente.!
- HERNANDEZ CONTRERAS, Luis. La Historia Tachirense en Fechas (1899-1959) En preparación.
- Conversaciones con Marina González de Marciales (n. 1928) Hija del Dr. Alfredo J. González.
- DIARIO CATOLICO. San Cristóbal. 1943.



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